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Del capítulo 32: De regreso a casa

Del capítulo 32:  De regreso a casa

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«La utopía está en el horizonte.
Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá.
Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar».
Eduardo Galeano

El viaje llega a su fin. Como en casi todo viaje, regreso con recuerdos de paisajes increíbles, encuentros con personajes extraordinarios y con muchas enseñanzas. Retorno, además, con una sensación extraña: algo ha cambiado, ahora tengo una nueva forma de ver al suelo que estoy pisando.

Uno de mis objetivos era que los lectores disfrutaran de la travesía. También intentaba informar sobre un tema fascinante: la vida en el suelo. Pero había algo más, quizás el objetivo más ambicioso: la esperanza de dejar una huella, que al llegar a este último capítulo ustedes también miraran al suelo con otros ojos.

El suelo no es el barro que ensuciaba mi ropa cuando niño, tampoco es un sustrato inerte para que los cultivos crezcan si le echamos agua y fertilizantes como creen algunos. No es una fuente de microbios que atentan contra nuestra salud. Ahora ustedes saben que el suelo, una delgada piel que recubre el planeta, es un cuerpo lleno de vida, complejo, fascinante, hasta misterioso, que requiere siglos para formarse y muy poco tiempo para ser destruido. Es tan vital para nuestras civilizaciones que son varias las que han colapsado por no cuidarlo.

Este capítulo final discute los enormes desafíos que tenemos como sociedad para mantener nuestros suelos sanos y productivos: suelos sanos para una vida sana. Los cambios, sin embargo, están a nuestro alcance. Esto alimenta mi optimismo, pero un optimismo condicional, que no debe llevarnos a la complacencia o a la pasividad. Por el contrario, debe ser un aliciente para reflexionar y actuar. Paul Romer, Premio Nobel de Economía, describe el optimismo complaciente como el de un niño esperando regalos, y el condicional, como el de un niño que está pensando en construir una casa en un árbol si consigue madera y clavos, y si sus amigos cooperan y lo ayudan.

Siempre hay razones y ejemplos para tener esperanza. Quizás este optimismo condicional sea una de las utopías que se mueven con el tiempo, como lo mencionaba Galeano en la cita que encabeza este capítulo, pero una que vale la pena perseguir. Joan Manuel Serrat agregó:

«Sin utopía, la vida sería un ensayo para la muerte».
Joan Manuel Serrat

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