El pasado 9 de septiembre fue un día importante para los que amamos los suelos: es el día internacional de la agricultura. Se me ocurrió ilustrar esta publicación con una hermosa obra de arte del pintor francés Jean-François Millet (1814-1875). Se trata de “El Angélus”, una escena campestre, quizás al atardecer, al final de otra jornada de trabajo, donde vemos a una pareja de campesinos en medio de su cultivo de papas agradeciendo a la naturaleza, a sus suelos, y seguramente también a su Dios (al fondo se ve una iglesia) – una plegaria por otra buena cosecha, fruto de mucho sudor y esfuerzo. El Angelus, óleo sobre lienzo, es considerada como una de las obras maestras de Millet.
Millet fue un artista comprometido con lo social que abordó temas hasta ese momento ignorados; los protagonistas en sus pinturas son tipos humanos, en general humildes, que permanecían ignorados y escasamente representados en las artes (quizás aun lo sean). Millet honró a los mineros, lavanderas, ferroviarios, a los picapedreros, y por supuesto, no olvidó a los campesinos (el provenía de una familia campesina).
En ese día honramos a la agricultura, esta vieja y noble actividad y a todas aquellas personas que trabajan la tierra y se dedican a trabajar los suelos para producir alimentos sanos y de calidad.
En el libro Mira donde pisas comento sobre el origen de la agricultura, hace unos 10.000 años, y como ha ido evolucionando, desde el espeque hasta el uso de drones. No se puede negar que esta actividad ha tenido impactos en los suelos, pero sin ella no estaríamos acá. Sin embargo, últimamente se ha culpado a la agricultura de una serie de males muy variados, desde la degradación de los suelos, problemas de salud humana, hasta el cambio climático. Esto es una acusación exagerada y sin sustento; en el libro comentamos que la agricultura no es la culpable. Por el contrario, nos ha alimentado por miles de años y lo tendrá que seguir haciendo mientras estemos en el planeta. La agricultura usa el suelo, pero son los humanos los que abusan de él. El problema es la adopción generalizada de ciertas formas de agricultura esquilmante y no sustentable.
“La primera y más respetable de las artes es la agricultura”
Jean-Jacques Rousseau
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