Muchas veces he encontrado escrita la frase “Los suelos constituyen la piel del planeta”; también la he oído en múltiples conferencias y en varios idiomas. Parece ser lo que comúnmente se llama “cliché”, una frase o expresión que ha sido usada en exceso, hasta el punto en que pierde novedad, especialmente si en un principio fue considerada poderosa o innovadora. Pero está lejos de ser un cliché.
Encontré esta foto en una red social y lamentablemente no pude dar con su autor para darle sus créditos. La imagen nos deja un mensaje, que no me parece un cliché: a veces los pocos centímetros de eso que llamamos suelo son los responsables de que tengamos alimentos, agua pura, antibióticos y hasta un reservorio de carbono para conservar una atmosfera limpia, respirable, que nos proteja de cambios climáticos.
Algún purista podrá observar que eso que vemos en la foto, esa delgada capa de tierra que se levantó al caer el árbol, no es un verdadero suelo sino simplemente una acumulación de tierra donde pudo crecer el pasto y hasta un árbol. Quizás esa tierra fue acarreada de otro lugar, de un “verdadero suelo”, para poder tener césped, jardines con flores y árboles en la calle. Ese origen artificial es posible, pero de cualquier manera, esa capa, al contener materia orgánica y una comunidad de microrganismos, cumple con las condiciones como para llamarla suelo. Por su origen los expertos (no sin críticas), a estos suelos los han denominado Tecnosoles (o suelos antrópicos) (ver: https://www.madrimasd.org/blogs/universo/2015/10/06/145529) .
En definitiva, no pensemos que porque el humano pueda construir un suelo debamos ignorar cuidar nuestros suelos naturales para que no se degraden y mantengan su fertilidad, su vida. Esos tecnosuelos creados “artificialmente” por el humano, a veces muy productivos, son la excepción, como lo son, por ejemplo, los suelos creados por algunas culturas precolombinas que según los expertos recogieron suelo de los valles, lo tamizaron para eliminar cantos y gravas, y lo acarrearon hacia las laderas de montañas para construir terrazas e irrigarlas con el propósito de obtener cultivos. En “Mira donde pisas” comentamos sobre los maravillosos paisajes de montañas terraceadas por los chinos en la antigüedad, con suelos construidos con el sacrificio y el sudor de miles de chinos y chinas que por milenios se mantienen productivos en esos ambientes tan frágiles de montañas loéssicas. Otro ejemplo de tecnosoles serían los suelos negros creados por indígenas amazónicos durante cientos de años conocidos como “terra preta”.
Algunos, muy optimistas en mi concepto, han manifestado que tecnosoles modernos y bien diseñados pueden ser la solución para asegurarnos alimentos en el futuro (ver: https://www.bbvaopenmind.com/tecnologia/innovacion/tecnosoles-suelos-a-la-carta-para-recuperar-la-tierra-y-conquistar-otros-mundos/). Hay también un poco de ignorancia en estas aseveraciones, aunque hay grupos científicos serios estudiando la posibilidad de hacer agricultura en Marte. Seguramente esos tecnosoles son una solución para restaurar paisajes degradados por la minería o en estructuras para purificar aguas residuales, pero debemos entender que para asegurarnos un futuro con alimentos sanos y para todos en este planeta necesitamos manejar adecuadamente y conservar nuestros suelos “naturales” -- aquellos que se han generado a lo largo de miles de años por la acción de los agentes climáticos y de complejas comunidades de microrganismos sobre distintos tipos de rocas, y que están en equilibrio con su clima y su paisaje. Lamentablemente, muchos están “en riesgo de extinción” -- esta frase tampoco es un cliché.
“El suelo es vida y la vida es suelo.
La salud del suelo es esencial para una vida y medio ambiente sanos”.
Rattan Lal
FUENTES / MAS INFORMACION
Tecnosoles, Tecnosuelos y Suelos Urbanos (Juan José Ibáñez / Consejo Superior de Investigaciones científicas (CSIC), España. https://www.madrimasd.org/blogs/universo/2015/10/06/145529
Tecnosoles: suelos a la carta para recuperar la Tierra y conquistar otros mundos. OpenMind/ BBVA)
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