El prestigioso paleontólogo del Museo Norteamericano de Historia Natural, Niles Eldredge, ha escrito: «El sueño de todo científico es hacer que se reescriban los libros de texto básicos. Lynn Margulis lo ha conseguido»......
En efecto, esta extraordinaria científica, nacida en 1938 en Chicago, ha sido considerada por muchos de sus colegas como una bióloga teórica de notable talento, incluida entre los pensadores más estimulantes y originales de su generación. Sin embargo, las cosas no le resultaron fáciles ya que la mayor parte de su carrera transcurrió en los márgenes de lo aceptable por sus colegas, tratada mal, hasta insultada. Hoy un importante colectivo de expertos se hizo eco de su pensamiento y ahora figura en los libros de texto.
Lynn Margulis dedicó su vida profesional a investigar el microcosmos de los organismos más pequeños de la Tierra. Su tarea se centró en desmenuzar cómo evolucionan y cómo se relacionan entre si, pero, dada la falta de familiaridad de la comunidad científica con los microorganismos que existen en nuestro planeta, se vio obligada a batallar a veces muy duramente contra lo establecido.
Todos (o casi todos) sabemos que la fotosíntesis que fija el carbono de la atmosfera en las plantas y algas ocurre en unos organelos dentro de sus células llamados cloroplastos. ¡Recuerden lo aprendido en la escuela! Por mucho tiempo se sucedieron debates sobre el origen de estos organelos: ¿cómo aparecieron en las células de las plantas? Respondiendo a esta pregunto apareció Margulis con una hipótesis sorprendente: los cloroplastos son en realidad cianobacterias «viviendo» dentro de esas células de las plantas en una relación muy especial llamada endosimbiosis. Pero, ¿de qué manera llegaron hasta allí? Esta es la parte más fascinante de la hipótesis.
Margulis nos dice que hace millones de años unos microrganismos depredadores se alimentaban de cianobacterias, las fagocitaban (se las comían). Pero a veces no eran digeridas al estar protegidas por una gruesa membrana, como una armadura. Las bacterias permanecían vivas dentro de su anfitrión. No solo eso, sino que, como buenas cianobacterias, … ¡continuaban fotosintetizando! En determinado momento de la evolución esta relación entre la bacteria y el depredador que se la comió resultó tan beneficiosa para ambos y se hizo tan estrecha que, con el tiempo, el depredador, cuando se reproducía, también multiplicaba a la cianobacteria que habitaba dentro de la célula. Los descendientes ya nacían con las cianobacterias incluidas. Y esas cianobacterias sabían cómo fotosintetizar. Una vez dentro del depredador se convirtieron en cloroplastos.
Tan exitosa resultó la asociación que hoy no pueden vivir uno sin la otra. Así surgieron primero las células de las algas fotosintetizando en los océanos y luego las de las plantas en tierra firme. Este es un buen ejemplo que muestra que la evolución no siempre ocurre mediante la competencia, la sobrevivencia del más apto, sino también como resultado de la cooperación.
No le fue fácil a Margulis convencer a la comunidad científica; sus ideas eran revolucionarias y fueron atacadas durante toda una década. Pero era una bióloga rebelde. Expuso su teoría en un libro que envió a la prestigiosa editorial Academic Press. El resultado de la revisión del trabajo fue tan negativo que, después de cinco meses, le fue devuelto a la autora sin pedir ni siquiera perdón por la demora. En otra oportunidad rechazaron un escrito suyo con un comentario hiriente: «Su investigación es basura; no se moleste en tratar de publicarla nuevamente». Su obra principal «On the Origin of Mitosing Cells» finalmente fue publicada en 1967 (con muy poca repercusión) después de haber sido ignorada por 15 revistas científicas. Finalmente, su hipótesis fue aceptada por la comunidad científica en base a evidencia seria y convincente. Hoy figura en cualquier texto de biología.
FUENTES / MAS INFORMACION
La simbiogénesis es la fuente de innovación en la evolución
Evolucionamos por Simbiosis (no por competencia) (Entrevista a Lynn Margulis (Video)
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